Y ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan solo la ternura de mi familia y la agradable compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño. El recuerdo dulce de mi infancia. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asome la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que han tenido que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo merece mis lagrimas, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que ha valido la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada.....O quizás todo.
Xelo
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