El sonido del teclado de mi ordenador me acompasa los latidos del corazón como si se tratara de un marcapasos: escribir, escribir, escribir ... Con el clic, clic inacabable no me siento tan sola, no me afecta tantísimo el vacío de este hospital ni el vacío de mi existencia
Todo tiene un principio y un final. Lo único que nos queda es lo que hemos disfrutado en cada paso que hemos dado. Los recuerdos de los buenos momentos son una inyección de energía para seguir viviendo este presente.
Pase lo que pase, la vida continuará cuando me haya ido, porque la vida no para nunca
De lo que somos cuando nacemos a lo que somos cuando nos vamos nada nos queda, sólo una maleta llena de recuerdos de todo lo que hemos vivido, solo es necesario ser valiente, porque valiente, no es quien no tiene miedo. Valiente es quien tiene el coraje de enfrentarse al miedo hasta que es vencido, a pesar de todo el esfuerzo que deba hacer para llegar a derrotarlo. Y, mientras... escribo, escribo, escribo, por curarme del miedo y de la vida. Escribo sencillamente para dejar constancia. No para justificarme ni para pedir compasión o lástima de nadie, porque creo, sinceramente, que cuando una persona es capaz de morir de manera consciente y serena, este paso se convierte en un tránsito íntimo y revelador…. y es así como voy venciendo el miedo, abriendo los ojos y siendo consciente de que la muerte no es más que una transmutación, mi ser se desvestirá de materia y se quedará desnudo y ligero. Ya no sentiré el sufrimiento ni el dolor, y sin duda nos reencontraremos, por eso no quiero que nadie esté triste aunque tenga que partir, porque no me perderéis siempre estaré con vosotros, porque aunque no lo sabemos formamos parte de una gran trama en la que todo está en todo, mi corazón y vosotros siempre estarán juntos
Xelo.